viernes, 1 de agosto de 2014

MI NO-CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN


Ciudad: Barcelona. Fecha: sábado, 28 de junio de 2014. Lugar: Librería Gigamesh. Evento: presentación de la antología Family Nightmares. 


Decir que fue un día genial no es suficiente. Genial no es una palabra válida para expresarlo.
Un mes después sigo sin encontrar las palabras para explicarte lo que significó para mí.

Así que, mientras las busco, te dejo el vídeo de la presentación, para que te vayas haciendo una idea.



Si estuviste conmigo el año pasado, si leíste mi no-crónica de la Expocon, quizás recuerdes que aquél fue un día fantástico, incluso a pesar de mi timidez, que me impidió acercarme a mucha gente y presentarme. La experiencia fue genial, los abrazos que di y los que recibí me llenaron de energía, fue un despertar y una especie de renacer, no sólo en lo personal, también en lo creativo. Fue el inicio de la ruptura de un bloqueo que ya duraba demasiados años, empezar a salir de mi burbuja de temor y de dudas y de inseguridad, el preludio de un estado de motivación y de ilusión que creía haber perdido para siempre. Ese viaje me llevó a cruzar una puerta que hasta ese momento había permanecido cerrada e invisible para mí, o acaso fue mi miedo a todo lo que me impedía verla y abrirla. Me embarqué en otro viaje, uno que me ha llevado hasta el lugar en el que me encuentro ahora, de nuevo viva y fuerte y con ganas de hacer muchas cosas.

Ese día conocí a Antonio Sánchez Vázquez, quien poco después contactaría conmigo para proponerme escribir un relato, a pesar de saber que sufría un bloqueo y que lo mío no era precisamente resumir; ésa fue la primera vez que alguien me invitaba a participar en un proyecto junto con otros autores, mi primera colaboración en una antología, y me propuse darle un gran relato, porque su fe y su apoyo no merecían otra cosa que lo mejor que saliera de mí. Y le di El Recipiente, que es de lo mejor que he escrito jamás. Puede que no guste a todo el mundo, pero sé que es un gran relato y me siento muy orgullosa de él, además de tenerle un cariño especial, por lo que significó para mí.



Mira el vídeo. Ya no soy la tímida que se presentó en Zaragoza y no se atrevió a hablar con casi nadie. He sido capaz de sentarme en una mesa llena de escritores (y un ilustrador) a los que admiro y aprecio, y sentirme una de ellos; de mirar al público (mucho público, no quedó un asiento libre en la sala) y no morirme de la vergüenza, de coger el micrófono y hablar sin casi tartamudear. Lo que comenzó en la Expocon ha ido creciendo a lo largo de este año, y la presentación en Gigamesh fue el culmen.



Todavía me dura la emoción, así como la sonrisa y la energía de tantos abrazos dados y recibidos. El más especial, el abrazo que durante meses estuve guardando para Antonio, mi mellizo, el que hizo posible que hoy esté escribiendo esta entrada en mi blog.

Mellizos reunidos. Bea feliz.

Pero hubo muchos otros abrazos especiales ese día que conservo en la memoria y en el corazón como un tesoro. El primero fue para Jorge Herrero, que estaba esperándonos en la puerta de Gigamesh cuando llegamos Athman y yo en el coche de Dani Expósito, que nos vino a buscar con su coche a la estación. Jorge, al igual que mi mellizo, se presentó con una sorpresa en la mochila: mira, me dijeron que tendría la oportunidad de firmar el libro en la página correspondiente a mi relato y acabé ¡dedicando mi novela!





El día fue de lo más interesante. ¡Lo que se aprende escuchando a estos tipos! Conversaciones que duran horas y que querrías que no se terminaran nunca, risas frente a una hamburguesa, confesiones a la sombra de los árboles. Amigos que fueron llegando a lo largo de la tarde. El abrazo prometido a Toluuuu, con quien tenía una deuda que intenté saldar durante la presentación, un gesto que él entendió sin problemas y al que correspondió como si lo hubiéramos planeado.


Este abrazo es para darle envidia a Carlos J.Lluch

Amigos nuevos, más abrazos, reencuentros, desear tener varios clones para poder unirte a todas las conversaciones, tarea imposible cuando se juntan más de quince personas en un bar en el que casi no cabíamos. La llegada de Miguel Ángel Naharro y de Pepa Mayo. La alegría de la tarde, volver a ver a mi reina Irene Comendador que, esta vez sí, venía con mi chica unicornio Karol Skandiu, ¡otro abrazo épico!

Encantadoras, ¿verdad? Pues no te confíes: escriben terror

De vuelta en Gigamesh, caras nuevas y más caras conocidas que se acercaron a saludarnos. Yo iba y venía, repartiendo abrazos y obsevándolo todo con entusiasmo y curiosidad. Detrás del mostrador había un tipo que no había estado allí por la mañana, alguien a quien yo no conocía y al que todos saludaban con afecto y complicidad. Nadie nos presentó, pero Athman le llamó por su nombre y la curiosidad me pudo. ¿Ese Antonio era el mismo tipo cuyas recomendaciones literarias sigo en el blog Deprisa, Deprisa? Me acerqué y, como si le conociera de toda la vida o hubiéramos hablado en incontables ocasiones (cosa que no era así, puesto que ni siquiera éramos amigos en Facebook), le solté: «Hola. Tú eres el Librero del Mal». Je. Mira, ya no era la tímida que había ido a Zaragoza varios meses atrás. Torrubia, asintiendo, me dijo: «Y tú eres Bea Magaña». Y me quedé sin palabras. Vale, tampoco era ya la desconocida que se había presentado en la Expocon.

Me sentí rara, me sentí parte de un pequeño mundo que para mí significa mucho, me sentí feliz.

Ya no tengo miedo.



A lo largo de este año he conocido a muchas personas que sin saberlo me han ayudado a curarme del mal que me mantenía estática y bloqueada. Personas que a día de hoy me dan las gracias por lo mucho que les ayudo, lo mucho que les enseño, lo mucho que les animo. No saben que lo que ellos me han dado es infinitamente más valioso y que jamás podré pagar la deuda que he contraído con ellos, aunque lo intento cada día, si bien no llego a todas partes y voy poco a poco. Pero poco a poco es muchísimo mejor que permanecer quieto en un punto o que deambular como un maldito zombi sin voluntad, sin más meta que la de sobrevivir aunque por dentro uno se sienta muerto y vacío.

De no poder escribir he pasado a escribir varios relatos para varias antologías, consiguiendo lo que creía imposible para la “niña que no sabe resumir”, que es contar una historia en pocas palabras, recuperando al mismo tiempo otra de las cosas que había perdido, la más importante, que es volver a disfrutar creando, transmitiendo. Me ha costado arrancar, pero ahora me siento delante del ordenador y tecleo sin saber lo que voy a encontrarme cuando pare y lea, y entro en esa especie de trance que me hace escribir de forma automática como en los viejos tiempos, y alcanzo ese estado de euforia que me embarga cuando juego con las palabras, con el tono, con los distintos géneros. Siete relatos llevo escritos desde la Expocon, y ninguno se parece a los demás; he narrado a dos voces, en primera persona, en tercera, en forma de diálogo, en presente, en pretérito, he ido desde el estilo más clásico y bello (con un tono que recuerda mucho al que uso para narrar las Historias de Thèramon) hasta el más canalla y deslenguado (acercándome al tono de El chico perfecto no sabe bailar el twist e incluso sobrepasándolo). Me siento muy orgullosa y satisfecha de lo que he conseguido a lo largo de este año, y más preparada para volver a enfrentarme a la narración larga, así que en breve retomaré alguna de las novelas que tengo por ahí empezadas, pues el deseo de vivir esas historias que quieren ser contadas ha regresado.

No sé si he conseguido expresar con todas estas palabras lo que la presentación de Family Nightmares ha significado para mí, como persona y como escritora. Poco te hablo de la presentación en sí, porque para que veas cómo fue te he dejado el vídeo al principio de este post. Fue un evento literario, el segundo al que acudía, el primero en el que participaba de forma activa, como escritora y como correctora. Y fue un éxito, la sala se llenó, firmamos muchos ejemplares, tras la charla que dimos nos despedimos de Cristina Béjar, que se fue a celebrar su cumpleaños con su gente, y de mi mellizo, su esposa, su preciosa hija Sara y de José Pérez, que tenían que volver a su ciudad. Los que quedábamos nos fuimos a tomar algo a una terraza y seguimos hablando, ahora acompañados por más compañeros de letras y amigos. Mi querida Ana Arnalot, Jorge Herrero, Daniel M. Guivaudan, Doc Naharro, Julia Ortega, Víctor Cifu, Ricard Millás, Lluís Rueda, Julián Sánchez Caramazana. Un día completo que no voy a olvidar.

Quería contarte todo esto el domingo, pero tenía problemas con mi ordenador (tuve que llevarlo a reparar, estaba llenito de virus) y después me centré en cuatro correcciones y no he tenido un segundo libre para escribir mi no-crónica de la presentación hasta ahora. Fue ayer, mientras tomaba un café y recordaba en voz alta aquel sábado mágico, cuando comprendí que lo que me había traído de ese día en el corazón todavía latía con fuerza, más aún, que lo que ese día me había dado había crecido, y que mi entusiasmo, mi ilusión, mi deseo y mis ganas de seguir adelante sin más dudas ni miedos idiotas eran inmensos. Fue un evento literario, sí, pero para mí fue mucho más. Así que me he sentado a escribir esto, porque quería compartirlo contigo.

He buscado en mi Facebook, y he rescatado el post que subí el domingo siguiente al llegar a casa. Fue mi pequeño adelanto a esta no-crónica. Quiero dejarlo aquí, como colofón, como recordatorio, como agradecimiento. Porque, al igual que la palabra genial no sirve para transmitir lo que mi viaje a Barcelona significó para mí, la palabra gracias no es suficiente:

«Ayer fue uno de los mejores días de mi vida. La presentación fue un éxito (y una fiesta), no quedaron asientos libres, firmamos mucho, y repartí y recibí tantos abrazos que la sonrisa y la energía me van a durar meses.
Gracias a todos por haberlo hecho posible. Gracias a Athman M. Charles por haberme llevado a Zaragoza el año pasado, a Antonio Sánchez Vázquez por haber creído en mí, a Toluuuu por haberme pasado el micro, a Irene Comendador y a Karol Scandiu por quererme tanto, a Jorge Herrero Martínez por estar ahí el primero, a Ana Arnalot por hospedarme en su casa, a Daniel Expósito por haber ido a recogernos. A los compañeros que acudieron, Cristina Béjar y José Pérez, a los que no pudieron venir, a los amigos que nos acompañaron, a los desconocidos que se acercaron a escucharnos. A Gigamesh y a Editorial Universo. A los lectores que encargaron su ejemplar durante la preventa y a los que lo adquirieron tras la presentación. Y a los colegas que nos acompañaron después».

4 comentarios:

  1. Sabes una cosa? Eres NUESTRA Bea...Y me hace feliz verte feliz. :-D

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  2. Pues sí, te queremos tanto o más de lo que piensas, eres maravillosa mi Bea, y te echo de menos no sabes hasta qué punto, a ver si pronto volvemos a coincidir. Y saber que ya pasaron los días malos y has resurgido con esta fuerza, me hace feliz como dice Athman, jamás mires atrás y si lo haces, solo para coger impulso y seguir luchando, veremos mucho éxito en tu futuro, lo sé. Te quiero mi niña!!

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  3. Ainns mi niña bonita... no sabes tú lo feliz que soy de haber ido a ese viaje, de haber visto a todos, los abrazos, las risas, el compañerismo, ese nuestro hijo en común entre todos... ¡tú! Si eres lo más dulce que hay, y quererte, ¡siempre!
    <3

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