El año pasado, por estas
fechas, vine a compartir mi entusiasmo y mi “orgullo de madre”
contigo en cuanto me enteré de que mi primer vástago literario, El
chico perfecto no sabe bailar el twist, había sido nominada a
Mejor novela romántica juvenil autoeditada en la segunda edición
del Premio Pasión por la Novela Romántica; premio que gané, contra
todo pronóstico, mes y medio después, inaugurando un año repleto
de alegrías en lo literario: retos cumplidos, participación en
varias antologías, eventos, presentaciones, logros, logros, que no
es lo mismo que éxitos pero que satisfacen como autora y alegran
como persona.
¿Te imaginas que se
repitiera la historia? Je.
Vale, es algo muy
improbable, puesto que el año pasado no publiqué ninguna novela...
pero sí se publicaron cinco antologías que llevan un relato mío. Y
yo no sería escritora si no tuviera la capacidad de imaginar. De
soñar.
Voy a contarte una cosa.
Allá por el verano, poco después de la presentación de Family
Nightmares, compartí un sueño con mi mellizo literario,
Antonio Sánchez Vázquez; en ese sueño, “nuestro vástago”
(digo nuestro porque él coordinó y yo corregí, además de
participar ambos con un relato) era nombrado Mejor Antología de
2014. ¿Por quién? Ni idea; yo no estoy puesta en estas cosas, no sé
quién se dedica a otorgar premios (pero sí sé que hay webs y
revistas que lo hacen; de hecho, alguna vez he visto un enlace en
Facebook y he entrado a votar por compañeros escritores cuyas
novelas considero que merecen ser reconocidas con un galardón aunque
sea virtual, porque es una forma de darles visibilidad y difusión).
Quién podría considerarla merecedora de tal premio era lo de menos,
lo que importaba era que estaba convencida de que FN era una
antología fabulosa, y así se lo dije a mi mellizo: calidad
literaria de sobra, una portada fantástica y una edición muy
cuidada, ¿acaso no reunía todas las condiciones para ser
considerada la mejor? Sí, he participado en otras antologías, y me
siento orgullosa de todas ellas, pero ésta era la que, a mi juicio,
lo tenía todo. Mellizo se rió y dijo que ni de coña ganaríamos un
premio. Le pregunté por qué creía eso. Me respondió que no lo
creía, pero que cuando se hace una apuesta no pueden estar las dos
partes de acuerdo. Me reí. Y apostamos.
Pues bien, hoy tengo una
posibilidad de ganar esa apuesta. Je.
Resulta que hoy se ha
hecho pública la lista de nominaciones a la Segunda Edición de
los Premios Ultratumba, y (¡sorpresa!) ahí está Family
Nightmares, compitiendo con otras seis antologías...
… entre las cuales se
encuentra (¡segunda sorpresa del día!) Vampiralia, de
la que asimismo me siento orgullosa porque también incluye un relato
mío.
Como ves, tengo doble
motivo para sentirme entusiasmada.
Como el año pasado,
estos premios funcionan mediante votación. Y supongo que ganará la
antología cuyos autores tengan más amigos y hagan más ruido. Mi
poder de convocatoria es muy pequeño, dado que ni yo ni mi blog
tenemos muchos lectores. Además, ya sabes que no tengo por costumbre
pedir nada para mí. Y en esta ocasión no puedo pedirte que pinches
en el enlace y dejes tu voto, porque sólo puedes votar a una, y son
dos de mis “vástagos literarios” los que compiten. Pero mentiría
si dijera que no me encantaría que una de las dos fuera la Mejor
Antología del año.
Así que, si quieres,
puedes entrar AQUÍ a votar.
Yo ya lo he hecho. Y no,
no te diré por cuál de ellas he apostado. Las quiero a ambas. Y me
siento muy orgullosa de las dos. Porque ambas son un poquito mías.
Independientemente del resultado de la votación, el hecho de ser
nominado ya es un premio, y hoy me siento doblemente ganadora. Y
feliz de poder compartir contigo esta noticia.
Tengo más noticias que
darte, pero las dejo para otra entrada. Las cosas buenas hay que
disfrutarlas, y si hay varias cosas buenas y puedes dosificarlas, el
entusiasmo durará más tiempo. Hoy es el día de las nominadas.
Merecen sus quince minutos de gloria.