En el mes de junio
terminé de escribir un libro en el que llevaba trabajando cuatro
años. Me sentí tan feliz, tan orgullosa de mí misma y tan llena de
entusiasmo que, en cuanto lo tuve encuadernado, me hice una foto con
el manuscrito y la colgué sin dudar en mi perfil de Facebook. Esa
imagen recibió tantos Me Gusta y tantos comentarios y felicitaciones
que me sentí casi como cinco años atrás, cuando decidí
autopublicar El chico perfecto no sabe bailar el twist creyendo
que me había lanzado sola a la aventura y me descubrí arropada y
querida por un montón de personas que se alegraban sinceramente de
que hubiera dado el paso y que llevaban tiempo esperando poder leer
una novela mía. Habían pasado cinco años, en los que únicamente
había publicado relatos en diferentes antologías, y todos esos
amigos y lectores seguían ahí, esperando a que diera la noticia.
Esta llegó un mes más
tarde. Había firmado un contrato con una editorial y de nuevo
compartí mi entusiasmo en un post de Facebook. Multitud de Likes,
felicitaciones, ánimos, buenos deseos y la pregunta a la que en ese
momento no podía responder. ¿Cuándo se publica? ¿Cuándo?
¿Cuándo, por los dioses?
Pensar que hay personas
que esperan un nuevo libro mío es motivador, pero descubrir que
están ahí realmente, y que son muchas, es al mismo tiempo un
subidón de autoestima y un retortijón de pánico. Porque siempre
está el miedo a defraudar las expectativas de los lectores, y mi
primera novela dejó el listón bastante alto. ¿Con qué sorprenderá
ahora Bea Magaña? Una autora de fantasía épica que se estrenó con
una historia de corte romántico y que ha dedicado los últimos
cuatro años a escribir terror, ¿qué nos traerá en esta ocasión?
Pues traigo algo que no
esperabas, porque sé que lo que esperas en una de las muchas
Historias de Thèramon que por motivos diversos (dudas,
desmotivación, pereza, correcciones, excusas, excusas idiotas de
niña idiota y procrastinadora) no he sido capaz de terminar todavía.
Lo que esperas es una novela, cualquiera de las varias de las que te
he hablado en alguna ocasión. Lo que esperas es una historia
original, emocionante y emotiva, que te tenga pegado a las páginas
sin poder dejar de leer y que te llegue al corazón. Y no es una
novela lo que voy a publicar en esta ocasión. Pero estoy segura de
que sí vas a encontrar todas las otras cosas que estás esperando en
LAUDANER, que es el título del libro que verá la luz en
enero de 2019 de la mano de Editorial Maluma, y del que
vengo a contarte un par de cositas. Que no quiero que pase como hace
cinco años, que fue un «¿Y si me atrevo? Vale, voy a hacerlo.
Hala, ya está hecho» y ni tuve tiempo de anunciarlo cuando ya
estaba la novela colándose entre los más vendidos de Amazon y
encontrando a sus primeros compradores y lectores.
Lo primero que debo
explicarte es el origen de la palabra que le da título. Porque, como
ya habrás descubierto, no es un vocablo que aparezca en el
diccionario. Desde luego que no, el término proviene de Thèramon,
es una palabra en addimantaal, el Lenguaje de los Dioses, y su
significado es tan sencillo como revelador. Un laudaner es una
persona que canta o que cuenta laudanas.
Muy bien, Bea, te has
explicado como un libro cerrado. ¿Y qué demonios es una laudana?
Pues tengo respuesta a esa pregunta. Acompáñame hasta Thèramon,
ven, será un momento y debes verlo para poder comprender el motivo
de todo.
«Contaban
las antiguas laudanas que en los albores del mundo, cuando el nombre
de Thèramon aún no había sido pronunciado por vez primera y tan
sólo el Keresar y el Sturgeon recorrían la tierra dándole forma,
los dioses llegaron desde Wad Ras para ayudarles en el proceso de la
creación. Y de sus muchas obras, la primera y la que más relevancia
tendría en el futuro fue la que originó la aparición de la luz de
los dragones, que Enlil puso en los cielos para iluminar la eterna
noche en la que vivían los que habrían de preceder a los parecidos
a los dioses» (fragmento de Criatura de Fuego, Criatura de Luz).
«Cuentan
las antiguas laudanas que la Primera Guerra de la Sombra tuvo lugar
antes de que Thèramon hubiera recibido su primer nombre, cuando los
heryshi que se habían establecido en Wad Ras decidieron que el mundo
en el que moraban se les había quedado pequeño ante sus enormes
deseos de seguir creando» (fragmento de El libro de los dioses).
«De
Oreal y del destino que corrió se han cantado infinidad de laudanas
y narrado no menos historias, porque la maravilla y el misterio son
siempre fuente de inspiración y motivo de leyenda. Pero de su
creación poco se ha dicho, pues nadie sino su artífice llegó a
conocer los pormenores, y el instinto primero y la necesidad después
lo obligaron a mantenerlos en secreto, aun ante sus más allegados»
(fragmento de El Libro de los Dioses).
Ahora
ya sabes lo que es una laudana, ¿verdad? Gesta épica, leyenda,
canción, poema, cuento, llámalo como quieras. Historias
transmitidas de forma oral a lo largo de las Eras. Y, como no podía
ser de otra forma, un laudaner es una persona que se dedica a narrar
o a cantar, acompañada por su llaut, estas historias.
Del
origen del llaut:
«Más
grande que una lira y más pequeña que un arpa, pero compartiendo
características de ambas, la primera de las Joyas Hermosas fue un
llaut hecho de plata y de espuma de mar, un instrumento acorde con la
voz cautivadora y profunda de la primera laudaner de la historia.
Eshor lo fabricó inspirado por la laudana que también inspiraría
la creación de Blarae Daroska, y lo llamó Lummenii-a-Llaut, pues
sus cuerdas estaban hechas de Luz; pero cuando Ariiama lo tocó por
primera vez lo llamó Miussaura, que significa Música
Resplandeciente. Y de sus cuerdas brillantes surgió una bella
melodía llena de poder que conmovió el corazón de cuantos la
escucharon, y despertó el genio creador de muchos que creían que ya
no quedaba espacio en Wad Ras para seguir originando maravillas»
(fragmento de El Libro de los Dioses).
Y
aquí uno de los muchos laudaner que he conocido durante mis viajes
por Thèramon:
«Era
un hombre corriente, un trotamundos, un narrador de historias. Se
llamaba Evantes. Recorría los caminos sentado en una vieja carreta
tirada por una mula de aspecto enfermizo, viajaba con el viento, no
tenía un hogar. No tenía familia. No tenía amigos. Nunca echaba
raíces en ningún lugar. Iba de una ciudad a otra atraído por el
bullicio de un día de mercado, de una celebración, de un festival.
Nunca se quedaba en ellas más de una semana, era un espíritu libre.
Su rostro no solía ser recordado, aun cuando sus historias
permanecieran en la memoria de la gente durante largo tiempo. Cuando
podía permitírselo, pernoctaba en una taberna o en un mesón. La
mayoría de las noches dormía al raso» (fragmento de Criatura de
fuego, Criatura de luz).
Y ahora te preguntarás:
¿qué tiene que ver tu nuevo libro con tu mundo fantástico si, como
has dicho, no es una novela ni una de las Historias de Thèramon?
La respuesta es obvia: yo
soy una laudaner. La laudaner de Thèramon. Soy una narradora de
historias. De todo tipo de historias. Y las escribo para poder
regresar al mundo que amo.
¿He despertado tu
curiosidad? ¿He llamado tu atención? Si la respuesta es «Por
supuesto, y te odio porque no me cuentas nada más cuando sabes que
me muero por saberlo TODO», no te vayas muy lejos. Todavía tengo
muchas cosas que contarte sobre este nuevo libro. Sucede que esta vez
quiero vivir la aventura paso a paso, que la última vez no tuve la
ocasión de saborearla como se merecía, y además no quiero soltar
toda la información de golpe, que sabes que soy «la niña que no
sabía resumir» y quiero poder deleitarme en los detalles. (Te estoy
dando pistas, por cierto).
En la próxima entrada te
cuento cómo, sin buscarla, encontré una editorial para mi libro.
Esta parte te va a encantar. Quédate con el nombre: MALUMA. (Y esta
es otra pista, pues si has seguido mis progresos hasta la fecha no te
costará atar cabos y descubrir de qué trata Laudaner).
Hasta pronto. Que los
dioses te guarden, y que sigas amando y creyendo.