domingo, 9 de diciembre de 2018

De LAUDANER y de la editorial que me encontró cuando me decidí a publicarlo


Escribir un libro no es una tarea sencilla. No basta con tener una idea y ponerte a teclear sin más (aunque en mi caso funciona de esa forma casi siempre). Dependiendo de la complejidad de la historia que te ha venido a la cabeza, tienes que tener claras ciertas cosas: el argumento, lo principal; inicio, nudo, desenlace, porque ponerse a escribir a lo loco puede convertirse en un problema y derivar en un bloqueo temporal o incluso en un abandono total de la novela, y eso en el mejor de los casos, en el peor puede acabar llevándote a crear una historia llena de incoherencias o completamente absurda. Muchos escritores tienen siempre a mano un cuaderno lleno de anotaciones, entre las cuales suele encontrarse un resumen más o menos breve, una guía de personajes, un índice de capítulos, esbozos de historias secundarias e incluso información sacada de libros o de internet, porque la documentación es parte del proceso de escribir una novela. Te lo digo yo, que llevo meses leyendo sobre yacimientos arqueológicos, mitología precolombina, prehistoria y poblamiento de América, leyendas ancestrales, Mu, mapas antiguos y dragones, y viendo vídeos sobre el desierto de Nazca, asentamientos anasazi, cultura y leyendas hopi, ruinas submarinas, juegos on line y dragones (los dragones son mi obsesión, ¿recuerdas?). Y todo eso para escribir una novela que podrías etiquetar como romántica juvenil paranormal, que las ideas que me vienen a la cabeza cuando imagino historias tienen tendencia a ser más bien complejas.

Luego, cuando la novela ya está escrita, tienes que revisarla, corregir erratas (en mi caso, letras que se cuelan al teclear demasiado rápido; en otros, malos hábitos que no tienen nada que ver con la velocidad de los dedos sobre las teclas), descubrir (si las hubiera) incoherencias en el argumento y flecos sueltos. Escribir una sinopsis (lo peor de todo, y en esto no conozco a ningún compañero de letras que no esté de acuerdo).Y, si te decantas por la autopublicación, maquetar el archivo y currarte una portada que resulte atractiva, por si te sale un churro de sinopsis. Sí, se trata de que la gente lea, pero incluso en el mundo de la literatura una imagen vale más que mil palabras a la hora de conquistar al público lector.

Un trabajo de meses, vaya.

Pero todo eso resulta fácil frente a la aventura de buscar y encontrar una editorial para tu novela. Tienes que hacer una lista de las que pudieran estar interesadas en el género que has elegido, comprobar cuáles tienen abierto el plazo de recepción de manuscritos, averiguar el mail de la persona con la que debes contactar (eso después de saber quién se encarga de leer y valorar los textos recibidos, claro), redactar una buena carta de presentación y armarte de paciencia, porque las cosas de palacio van despacio y puede que tardes meses en recibir una respuesta a tu correo.

Suele ser aconsejable comprar una carpeta en la que guardar todas las cartas de rechazo que recibas.

Y ahora es cuando te digo que yo me salté todos esos pasos y te descoloco. Pero es que yo voy a ser leyenda, jajaja (si me dejo de excusas y me pongo a teclear en serio, claro).

Es cierto que escribir Laudaner no fue fácil. No lo fue, porque tenía un bloqueo que me impedía escribir como en los viejos tiempos. De hecho, fue para romper ese bloqueo por lo que empecé a escribir los relatos que lo componen, y aunque tecleé sin mapa ni brújula en todos los casos y me quedé atascada muchas veces, y al menos en tres ocasiones escribí varias frases en un cuaderno antes de enfrentarme a la pantalla en blanco, no necesité resúmenes ni guía de personajes ni buscar información, pues no era una novela lo que estaba escribiendo. Tampoco tuve que corregir gran cosa, pues reviso cada párrafo antes de guardar mi trabajo y seguir con el siguiente. Y no llegué a escribir una sinopsis, ni siquiera cuando la última antología fue publicada y decidí que había llegado el momento de hacer el libro que llevaba planeando desde 2015. Tenía muy claro que quería que viera la luz, pero no había decidido si volvería a lanzarme a la piscina de Amazon o le buscaría editorial.

Estaba dándole los últimos retoques (escribiendo un hilo argumental que uniera cada relato con el siguiente) y todavía no sabía lo que iba a hacer con él cuando la editorial me encontró a mí.

Ocurrió en Sant Jordi de este año, durante la firma de una de las dos últimas antologías en las que participaba. Concretamente, en la de Macabras, que había sido publicada por la editorial MaLuma. En el ¿se dice stand, o caseta? se encontraban dos de las editoras y algunos de sus autores, pero no hablé con ellos más allá de un hola porque, como ya te he dicho muchas veces, soy tímida hasta rozar lo desesperante. Sin embargo, y por fortuna, el resto del mundo no parece tener problemas a la hora de interactuar con el resto, y cuando una chica se acercó a curiosear, y tras una explicación apasionada y sincera de lo que iba a encontrar entre sus páginas (algo así como lo que te explico en este blog pero con más vergüenza porque lo hice en persona) que terminó con la chica comprando el libro y las tres autoras presentes firmándoselo y posando para la foto que nunca llegué a colgar en este blog, una de las editoras se me acercó y me dijo «Tú no tendrás nada que hacer el resto del día, ¿verdad?», comentario que interpreté como un «Lo has vendido muy bien, quédate un rato a ver qué más puedes hacer». Y aproveché que la tenía ahí para hacer una pregunta que consideraba necesaria.

No he firmado la cesión de derechos de explotación de los relatos que he cedido para que formaran parte de la docena de antologías en las que he participado, salvo en una ocasión, y fue con la editorial Palabras de Agua. Sin embargo, había un contrato firmado con MaLuma, y aunque fue la coordinadora quien lo firmó en nombre de todas las autoras participantes y no sabía hasta qué punto la ausencia de mi firma me condicionaba a mí a la hora de utilizar mi propio texto (ya que el libro era benéfico y no iba a recibir ningún pago por él) me pareció correcto pedir permiso a las editoras para utilizar mi relato en una recopilación propia. La respuesta de Lupe fue que podía usarlo, siempre que no lo sacara de la antología. Cosa que no tenía intención de hacer, desde luego.

Lupe también me preguntó qué planes tenía para ese libro en el que estaba trabajando. Le dije que quería publicarlo, pero que aún no había decidido si volvería a usar la opción de Amazon o si le buscaría una editorial. Tras una breve explicación sobre el contenido del libro en cuestión, Lupe me dijo que, si al final me decantaba por la publicación tradicional, las tuviera en cuenta y les mandara el manuscrito.

Esto ocurrió en abril. Para mayo ya tenía el hilo conductor terminado y en junio la editora de Palabras de Agua me dio permiso para incluir el relato que le pertenecía por contrato. Así que me puse en contacto con Lupe y le pregunté si todavía estaba interesada en leer el manuscrito. Su respuesta fue que sí, y se lo envié.

Así que, ya ves, me salté todos los pasos posteriores a la terminación del libro. No tuve que buscar editorial porque la editorial me encontró, no necesité redactar una carta de presentación porque ya me había presentado en persona y no escribí una sinopsis porque ya había explicado de palabra de qué trataba. Solamente me quedaba esperar una respuesta.

Y la respuesta llegó en julio. Yo, que no la esperaba hasta después del verano por lo menos, me sorprendí como el que más, porque pensaba que esas cosas tardaban meses. La respuesta, desde luego, era un sí, y esto no me sorprendió, pues confiaba mucho en la calidad de mi trabajo. Y el 19 de julio firmé el contrato.

Me he guardado la noticia durante todos estos meses porque esperaba a que MaLuma me diera vía libre para contarlo todo. Ahora que ya tenemos fecha de publicación (enero de 2019, recuerda) puedo darte todos los detalles. En mi próxima entrada te contaré más sobre el contenido y te mostraré la portada. La historia de la portada te va a encantar. Fue otro de esos pasos que me salté, pues no necesité buscar un ilustrador sino que fue él quien vino a verme y me dijo que le hacía mucha ilusión acompañarme en este viaje. ¡Y es el ilustrador de mis sueños! Ya te digo que soy una persona muy afortunada. O es que hice algo muy bueno en mi vida anterior para estar recibiendo tanto en mi faceta literaria.








2 comentarios:

  1. No te imaginas lo feliz q soy por tí, tanto tiempo, tantas malas rachas,... el leer esta entrada y ver sólo posituvidad es el mejor regalo q podías hacerme...te pedí hace mucho un cuento y me vas a dar varios....Q ganas de tener a mi sobrinillo en casa!!! La editorial no se va a arrempentir de confiar en ti...yo no nunca lo he dudado q tu momento llegaría y ya llegó. ..muchísima suerte tata !!! Tqm

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  2. No te imaginas lo feliz q soy por tí, tanto tiempo, tantas malas rachas,... el leer esta entrada y ver sólo posituvidad es el mejor regalo q podías hacerme...te pedí hace mucho un cuento y me vas a dar varios....Q ganas de tener a mi sobrinillo en casa!!! La editorial no se va a arrempentir de confiar en ti...yo no nunca lo he dudado q tu momento llegaría y ya llegó. ..muchísima suerte tata !!! Tqm

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