Otro Halloween a la
espalda, y como es tradición vengo a compartir contigo un relato de
terror. Sí, lo sé, ya ha pasado la noche de Halloween, pero ¿acaso
importa? Te traigo un relato, que es de lo que se trata. Y te lo
traigo hoy porque es hoy cuando por fin está disponible. No creas
que es fácil coordinar a una treintena de autores por medio de
Facebook en un tiempo récord, leer, seleccionar, revisar y maquetar
a contrarreloj; el proyecto se ha demorado dos días, bueno, no vamos
a ponernos tiquismiquis. El incombustible Athman y el tenaz Toluuu,
junto con James Crawford Publishing, se han pegado la currada padre
para que pudieras tener en tus manos una antología delirante y
fantástica, y además la han colgado en Lektu para que puedas
descargártela gratis, así que lo menos que podemos hacer es
aplaudir, dar las gracias y correr a pinchar en el enlace. ¿Ya te he
dicho que es gratuita? 8-)
Ah, ¿que de qué va la
cosa? Claro, claro, no te he dicho nada todavía; ya sabes que no
suelo hablar de lo que voy haciendo a menos que tenga una portada que
enseñarte, o una fecha de publicación. Hay varios relatos míos por
ahí, muy bien acompañados, por cierto, de los que no he hablado
porque quiero que permanezcan en secreto hasta que pueda mostrártelos
(ya sabes que soy muy celosa de lo mío y que no me gusta presumir ni
vender humo), y este que te traigo hoy es uno de ellos. Además, esto
de los retos exprés es lo que tiene: primero, que no sabes si vas a
ser capaz de escribir un relato sobre un tema concreto en un plazo
minúsculo; segundo, que no sabes qué va a pasar con la antología
en cuestión; y tercero, que todo va tan deprisa que no te da ni
tiempo a crear un mínimo hype, porque la cosa sale a la luz antes de
que te des cuenta.
Bien, así ha sido
ONÍRICA. Hijos de Iquelo. Una idea de Athman M.
Charles (y cito sus palabras) en
la que más de treinta autores rendimos tributo a lo onírico, lo
surrealista, lo experimental, utilizando el mundo de los sueños, las
alucinaciones, la locura, la metaliteratura o la introspección para
hablar de lo intangible, de lo que existe más allá de nuestra
propia percepción.
Donde
los límites de lo real se difuminan por completo cuando percibimos
retazos de otros mundos, sean posibles o solo fruto de nuestras
propias obsesiones, pesadillas, dudas y deseos, como parte de una
realidad que desconocíamos, pero que se manifiesta ante nosotros de
manera tan absurda como tangible y de la que somos involuntarios
creadores, y a la que, como antiguos demiurgos, damos forma, aliento
y vida. Al franquear ciertas puertas que mantenemos ocultas en la
parte más oscura y secreta de nuestra psique, se nos aparecen Lynch,
Buñuel o Richard Kelly haciéndonos sentir como Alan Wake en El País
de las Maravillas.
Se
dice que los sueños reflejan los deseos y anhelos del subconsciente.
Y que las pesadillas, los temores. Pero no siempre es así. A veces
los roles se intercambian. O se mezclan. O se distorsionan. Y las
líneas entre lo soñado, lo deseado, lo temido y lo vivido se
desvanecen como los recuerdos de esos sueños tras despertar.
Paranoia,
surrealismo, demencia, fantasías, extravagancia… Todo eso, y más,
aparece conformando los sueños. ¿O quizá no son solo sueños, sino
recuerdos de otras realidades, de otras vidas? Cada uno debe
decidirlo, descubrirlo, al igual que han hecho los treinta y dos
autores que conforman esta antología.
Porque
los sueños, no siempre sueños son…
Bueno, pues aquí vas a encontrar un relato mío, ése que te traigo para cumplir con la tradición, como cada año desde que me inicié en esto de los blogs. Se titula Sicigia. ¿Y qué puedo decirte de él? Es onírico, tanto en el tono como en el contenido, es surrealista, en él los límites de lo real se difuminan por completo, como dice Ath; es, digamos, una paranoia visual rica en detalles, diría que en cierto modo es introspectivo, y me he decantado por la metaliteratura. No puedo decirte más, no debo hacerlo. Pues cada relato pertenece al lector tanto como al escritor, y cada lector encuentra en él cosas distintas, y nada de lo que yo diga sirve de mucho, pues eres tú quien, tras leerlo, te vas a formar un juicio y te vas a llevar una impresión u otra. Así que te invito a leerlo y, si después te apetece, a venir a contarme qué te ha parecido. Porque escribo para mí, ya lo sabes, pero también escribo para ti, también lo sabes. Y hace mucho que esperas algo nuevo salido de mi pluma. Espero que este relato, este regalo que te traigo hoy, te complazca. Yo he disfrutado muchísimo escribiéndolo.