miércoles, 1 de enero de 2014

Cumpliendo algo más que años


31 de diciembre de 2013.
Mi intención era hacer un resumen rápido de lo que ha sido para mí 2013, una especie de No-Balance, no porque piense que le vaya a interesar a alguien, sino para no olvidar yo misma que, a pesar de mi timidez, del bloqueo, de las muchas dudas idiotas, de las decepciones que me han sumido en ese estado de apatía que alimenta al bloqueo, y de todas las veces (demasiadas) que he dicho no puedo y me lo he creído, he conseguido cumplir metas, plazos, promesas y sueños. Pero va a tener que ser más rápido y más resumido de lo que había planeado, porque a estas horas, y con la sobredosis de entusiasmo que llevo encima después de tantas felicitaciones, abrazos, buenos deseos y cariño que he recibido a lo largo de todo el día, como que no tengo la cabeza para escritos largos, ordenados o trabajados.

Y es que he tenido el mejor cumpleaños de toda mi vida. Y ahora mismo me siento tan feliz, tan afortunada, tan querida, tan acompañada aunque sea en la distancia, que ni me acuerdo de las cosas malas que me han devuelto al camino que llevaba diez años buscando y que no acababa de encontrar.

Así que resumiré. La primera mitad del año ha sido muy mala en lo personal, y eso me ha afectado en lo literario. He ido escribiendo a ratos, pero muy poco y de forma inconexa; aunque ahora, al releer Z, he descubierto que en algún momento añadí muchas líneas que la han enriquecido y la han llenado de fuerza. Acercándose el verano, fui notando una especie de renacimiento. Diría resurrección, por lo que concierne a Z y porque todavía no era capaz de emocionarme por nada, pero prefiero decir renacimiento. De los ánimos, de la esperanza. En junio sentí el primer brote de ilusión. Encontré el valor suficiente para tomar mi primera decisión importante. Y desde entonces todo ha ido mejorando, poco a poco, pero de forma visible. Así que voy a enumerar los logros y a olvidarme de los meses de inactividad, de bloqueo y de dudas. Porque todo eso ha quedado atrás.

—Un viaje relámpago a la Feria del Libro de Madrid, reunión de creadores de mundos fantásticos y abrazo épico entre Elindora (Tamara Díaz), Averyn (Carlos Gran) y Thèramon (yo misma); la primera vez que salía de casa en diez años. La primera batalla contra el miedo que me tenía encerrada en mi cueva y me impedía extender las alas y empezar a sobrevolar de nuevo ese mundo fantástico y maravilloso que he creado y al que me muero por volver.

—Veinte novelas y relatos corregidos, recuperar un ritmo de trabajo que me ha ido sacando de la apatía sumado a la alegría y el orgullo al ver cómo se iban publicando mis sobrinitos literarios; además de haber conocido a nuevos/muy buenos autores que se han convertido en grandes amigos.

—Mi primera novela que ve la luz, autopublicada en amazon, y que no ha dejado de darme alegrías los últimos tres meses. Que está gustando, más que eso, que se está vendiendo muy bien, que está cosechando opiniones fabulosas (14 ya en amazon, y muchas más en mi buzón de mensajes privados) y que ha recibido DOS reseñas (una ya la he compartido aquí, la otra ha llegado esta tarde, como un regalo de cumpleaños inesperado que me ha emocionado y alegrado por igual, y que compartiré en mi siguiente entrada, no quiero que pase desapercibida en ésta).

—Un viaje relámpago a Zaragoza, mi primer encuentro entre escritores, superar mi timidez lo justo para presentarme en la Expocon aunque no para saludar a muchos autores a los que admiro, a los que conozco gracias a Facebook, con los que nunca había hablado. Abrazos largo tiempo esperados, ponerle rostro y voz a avatares por cuyos dueños siento un inmenso afecto. Mi abrazo a Athman M. Charles, que me llevó hasta allí (aunque en realidad fue Ana Arnalot la que nos llevó a ambos en su coche), a mi Blasraiser, Fernando Martínez Gimeno, pues el principal motivo para ir a Zaragoza fue conocerle en persona. Y a los amigos a los que conocí ese día: David Rozas, gran escritor, coordinador de antologías y ahora amigo; mi reina Irene Comendador, mi gemela Carolina Márquez, el interesante Oscar Suañez, el encantador Antonio Tolu, el más encantador Antonio Sánchez Vázquez; David Pardo, A. m Caliani, Juande Garduño, Marta Junquera, Carlos J. Lluch, Daniel Expósito, Alfonso Zamora, Víctor Blázquez, Pepa Mayo, Miguel Angel Naharro, alberto Guerrero, ¡cuánto talento junto! Tengo que repetir el año que viene.

—Dos relatos escritos, otro reto superado, mi primera toma de contacto con la narración breve. El primero para una antología a la que llegué tarde, y el segundo para una antología que se publicará en 2014. ¡Ah, que esto no lo había dicho! Pues mira, por fin tengo una noticia literaria que dar. Si los dioses quieren (tengo que pulir el texto y esperar el veredicto del coordinador), en unos meses habrá en las librerías una antología que incluirá un relato mío.

—La ruptura definitiva del bloqueo, provocada por una nueva decepción en lo personal y por mi decisión de empezar a soltar lastre emocional de una vez, limpiezas que liberan y que (¡ya era hora!) ayudan a reorganizar las prioridades y nos muestran el camino que habíamos perdido. He retomado Z y vuelvo a escribir. Si el informe de lectura de Fer es favorable, le buscaré una editorial. Y si no lo es, al menos me habré sacado del alma todo lo que me estaba impidiendo volver a respirar, esto es, a escribir.

—Como correctora necesitaba una pausa. Después de todo un mes dedicándome a mis propios textos, he tomado una decisión. Seguiré corrigiendo, pero no como prioridad. No quiero cobrar por corregir, porque no quiero tener que cumplir plazos. El autor que quiera mi ayuda la tendrá, si es paciente y entiende que su trabajo no ha de apartarme del mío. Pero corregir me ha aportado muchísimo, y no voy a dejar de hacerlo. Me posiciono a favor del compañerismo. Alegrarse por los éxitos de los demás es más satisfactorio que envidiarles. Y tenemos mucho que aprender unos de otros.

—Y si los dioses quieren, dentro de unos meses habré vuelto a Thèramon. Es lo que más deseo. Uno de mis propósitos para este nuevo año es recuperar la actividad del blog, y estoy pensando en volver a subir textos antiguos que los lectores no han leído; por prudencia, no colgaré nada nuevo hasta que no tenga una historia de Thèramon lista para ser mostrada. Y espero que los lectores de Thèramon lo entiendan y se alegren de tener de nuevo un sitio especial al que acudir a recargarse de esperanza y de fe en la magia.

Está visto que lo mío no es resumir. Bueno, es lo que hay. Siempre digo que voy a ser breve porque pienso que no voy a ser capaz de escribir un texto largo y coherente, y al final siempre descubro que, una vez puesta, las palabras salen solas. Lo cual me alivia, me libera y me alegra.

Antes de despedirme (y ahora sí que debo darme prisa, que el año se acaba y por una vez quiero comerme las uvas; ya que estoy cerrando un ciclo y empezando uno nuevo, vamos a hacerlo bien, con tradiciones y deseos y con ilusión y esas cosas que tengo tan olvidadas), aquí va mi lista de lecturas indispensables de este año. He dejado a medias más libros de los que he sido capaz de leer, lo reconozco (ha sido el año de apostar por los autores indies, y he sufrido muchas decepciones), pero he encontrado joyas, y quiero compartirlas. Incluyo en esta lista libros que yo misma he corregido, y que a día de hoy están publicados.

—Averyn, de Carlos Gran. El primer libro de la saga Los Tres Reinos. La Fantasía épica como me gusta.
—El encanto del cuervo, de María Martínez. Que me tiene enamorada como escritora y como persona.
—Los Diletantes (Primer libro de la saga El Quinto Sello) y Los Cambiantes (segundo libro), de Antonia Romero. Fascinante mundo el que ha creado esta autora a la que admiro y quiero un montón.
—Antes de que digas adiós, de Victoria Vílchez. Es lo que tiene corregir novelas, que un día conoces a una autora que te sorprende y te enamora, y encuentras a una persona increíble a la que no puedes evitar querer.
—Zona Catastrófica, de Antonio Sánchez Vázquez. Una historia con zombis más que una historia de zombis. Saliéndose de los tópicos que me han hecho aborrecer muchas novelas clónicas del género.
—La Guerra de la Doble Muerte, de Alejandro Castroguer. Y El Manantial, del mismo autor. Otra prosa fascinante, como la persona a la que he tenido la suerte de conocer en la última mitad de este año.
—Clarita y su mundo de Yupi, de Laura Nuño. Fresca, divertida, gamberra, tierna. Que así da gusto leer novela romántica, porras.
—Apocalipsis Z, de Manel Loureiro. La novela de zombis que más me ha gustado. Sin excepción.
—Bueno, bonito... ¡maldito!, varios autores. La mejor antología que he leído hasta la fecha (y llevo todo el año leyendo antologías de relatos, por eso de cogerle el tranquillo a la narración breve).
—Necrosis, de Daniel Gutiérrez. Antología de relatos de un solo autor, otra prosa que me ha fascinado.

De los clásicos y los reconocidos no hablo. De las que he corregido pero aún no están publicadas, no puedo hablar. De las que he leído y me han parecido entretenidas y poco más, no diré nada malo, pero tampoco bueno. Y de las que no he sido capaz de terminar de leer, haré como si nunca hubieran llegado a mi kindle o a mis manos. Que lo mío es recomendar lo que me parece Bueno, no pisotear el trabajo de nadie sólo porque no haya satisfecho mis expectativas.

Ahora sí, a falta de media hora para que mi cumpleaños termine y empiece un nuevo ciclo, cierro por hoy, con una sonrisa en la cara y el corazón lleno de alegría y de ilusión, con un deseo y un propósito: seguir cumpliendo; años, sueños, metas, promesas. Sin rendirme. Sin volver a dejarme arrastrar por la Oscuridad que me ha mantenido inactiva durante tanto tiempo, sin volver a caer en la trampa de las dudas, sin volver a decir no puedo. Sí que puedo, y voy a hacerlo. Voy a ser leyenda.

Que 2014 venga cargado de éxitos, de satisfacción y de inspiración. Para todos.

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