miércoles, 30 de abril de 2025

Desde el silencio (III)

Cuando regresé en febrero, después de tres años sin actualizar este blog, te dije que ya estaba preparada para volver a escribir, y que hacerlo aquí era (pretendía ser) el primer paso, algo así como un calentar motores antes de ponerme en serio con alguna de mis novelas. Todavía no sabía cuál de ellas iba a retomar, porque durante el bloqueo empecé varias (intentos frustrados de volver a escribir) y empecé a reescribir algunas de las antiguas (las de antes del bloqueo), pero eso no me preocupaba, porque la primera meta era recuperar el hábito. Y pensé que la mejor forma de arrancar era mostrándote un poco del proceso de sanación. Había recuperado varios posts que escribí en Facebook, reflexiones breves y sin aspiraciones literarias que iba escribiendo a veces a pesar de que la mayor parte del tiempo me mantenía en silencio, como te dije en la primera entrada de este nuevo ¿comienzo? ¿ciclo?, sanando y esperando a recuperar las fuerzas para levantarme y empezar a andar antes de probar a volar otra vez. Y la idea era trasladarlas aquí a un ritmo de, digamos, una por semana, hasta dejar de hablarte desde el silencio y decir «He vuelto, y hoy quiero hablarte de...».

Pero en marzo no escribí más que una entrada, y es que se me juntaron varias novelas para corregir y un buen puñado de horas extra en el trabajo que limitaron bastante mi tiempo libre, así que me tuve que conformar con mi reto de subir un post diario en Facebook, que no es lo mismo que escribir una entrada larga para el blog, pero me está sirviendo para recuperar y mantener el hábito de escribir aunque sea un poco cada día. Reto que, eso sí, he ido cumpliendo a rajatabla a excepción de antes de ayer, porque el Apagón me impidió encender el ordenador y conectarme.

Abril ha sido un poco más de lo mismo: corregir una novela, revisar otra que ya había corregido, horas extra en el trabajo y un cursillo on line también para el trabajo, y de nuevo mi tiempo libre se ha visto seriamente limitado. Pero abril no ha terminado todavía (ya, ya, si me descuido regreso en verano, pero ya sabes que lo mío siempre ha sido apurar los plazos hasta el límite), así que me conformo con una entrada al mes, que siempre será mejor que ninguna entrada.

La reflexión que te traigo hoy vuelve a ser una de esas en las que me sale lo que yo llamo escritura automática. La escribí en enero, ya había empezado el reto de teclear un poco cada día para recuperar y asentar el hábito, y espero que te sirva de inspiración, como las anteriores.




6 enero 2025
Por lo general, nunca sé lo que voy a decir cuando me siento delante del teclado o del cuaderno. Simplemente dejo que las palabras fluyan de modo automático. A veces pienso que no tengo nada que contar y me cuesta empezar a teclear, pero de todos modos lo hago porque el tiempo de las excusas quedó atrás y no hay otra forma de asentar un hábito que haciendo lo que sea que pretendas convertir en hábito todos los días. Y no importa si tecleo una frase, dos párrafos o un post tan extenso como una entrada para el blog (esos los tengo abandonados, sí, pero tiempo al tiempo), no importa si a nadie le interesa mi anécdota o mi reflexión o mi lo que sea que vaya a dejar por aquí para leerlo dentro de un año, cuando Facebook me muestre mis recuerdos. ¿Me gusta que me lean, que me digan que mis historias son inspiradoras, o divertidas, o aterradoras, o lo que sea mientras toquen la fibra de alguien? Sí, claro. ¿Escribo para que me lean? No, definitivamente no. Publico para que me lean, pero escribo para mí, porque siempre lo he necesitado tanto como el aire para respirar. Y escribo estos estados para recordarme a mí misma que, cuando me dejo de excusas y de dudas idiotas, SíPuedo hacerlo. Y en eso estoy, en erradicar por completo las excusas.

Nanit. El mayor obstáculo que vas a encontrar a lo largo de tu camino eres tú mismo cuando te autoboicoteas, te pones mil excusas a las que llamas miedo, dudas, bloqueo o desmotivación, y te olvidas de que la única llave, escalera, arma o lo que sea que precises para salvar ese obstáculo también está dentro de ti, y se llama voluntad.