Cuando
regresé en febrero, después de tres años sin actualizar este blog,
te dije que ya estaba preparada para volver a escribir, y que hacerlo
aquí era (pretendía ser) el primer paso, algo así como un calentar
motores antes de ponerme en serio con alguna de mis novelas. Todavía
no sabía cuál de ellas iba a retomar, porque durante el bloqueo
empecé varias (intentos frustrados de volver a escribir) y empecé a
reescribir algunas de las antiguas (las de antes del bloqueo), pero
eso no me preocupaba, porque la primera meta era recuperar el
hábito. Y pensé que la mejor forma de arrancar era mostrándote
un poco del proceso de sanación. Había recuperado varios
posts que escribí en Facebook, reflexiones breves y sin aspiraciones
literarias que iba escribiendo a veces a pesar de que la mayor parte
del tiempo me mantenía en silencio, como te dije en la primera
entrada de este nuevo ¿comienzo? ¿ciclo?, sanando y esperando a
recuperar las fuerzas para levantarme y empezar a andar antes de
probar a volar otra vez. Y la idea era trasladarlas aquí a un ritmo
de, digamos, una por semana, hasta dejar de hablarte desde el
silencio y decir «He vuelto, y hoy quiero hablarte de...».
Pero
en marzo no escribí más que una entrada, y es que se me juntaron
varias novelas para corregir y un buen puñado de horas extra en el
trabajo que limitaron bastante mi tiempo libre, así que me tuve que
conformar con mi reto de subir un post diario en Facebook, que
no es lo mismo que escribir una entrada larga para el blog, pero me
está sirviendo para recuperar y mantener el hábito de
escribir aunque sea un poco cada día. Reto que, eso sí, he ido
cumpliendo a rajatabla a excepción de antes de ayer, porque el
Apagón me impidió encender el ordenador y conectarme.
Abril
ha sido un poco más de lo mismo: corregir una novela, revisar otra
que ya había corregido, horas extra en el trabajo y un cursillo on
line también para el trabajo, y de nuevo mi tiempo libre se ha
visto seriamente limitado. Pero abril no ha terminado todavía (ya,
ya, si me descuido regreso en verano, pero ya sabes que lo mío
siempre ha sido apurar los plazos hasta el límite), así que me
conformo con una entrada al mes, que siempre será mejor que ninguna
entrada.
La
reflexión que te traigo hoy vuelve a ser una de esas en las que me
sale lo que yo llamo escritura automática. La escribí en enero, ya
había empezado el reto de teclear un poco cada día para recuperar y
asentar el hábito, y espero que te sirva de inspiración, como las
anteriores.
6 enero 2025
Por
lo general, nunca sé lo que voy a decir cuando me siento delante del
teclado o del cuaderno. Simplemente dejo que las palabras fluyan de
modo automático. A veces pienso que no tengo nada que contar y me
cuesta empezar a teclear, pero de todos modos lo hago porque el
tiempo de las excusas quedó atrás y no hay otra forma de asentar
un hábito que haciendo lo que sea que pretendas convertir en
hábito todos los días. Y no importa si tecleo una frase, dos
párrafos o un post tan extenso como una entrada para el blog (esos
los tengo abandonados, sí, pero tiempo al tiempo), no importa si a
nadie le interesa mi anécdota o mi reflexión o mi lo que sea que
vaya a dejar por aquí para leerlo dentro de un año, cuando Facebook
me muestre mis recuerdos. ¿Me gusta que me lean, que me digan que
mis historias son inspiradoras, o divertidas, o aterradoras, o lo que
sea mientras toquen la fibra de alguien? Sí, claro. ¿Escribo para
que me lean? No, definitivamente no. Publico para que me lean,
pero escribo para mí, porque siempre lo he necesitado tanto como
el aire para respirar. Y escribo estos estados para recordarme a mí
misma que, cuando me dejo de excusas y de dudas idiotas, SíPuedo
hacerlo. Y en eso estoy, en erradicar por completo las excusas.
Nanit.
El mayor obstáculo que vas a encontrar a lo largo de tu camino
eres tú mismo cuando te autoboicoteas, te pones mil excusas a las
que llamas miedo, dudas, bloqueo o desmotivación, y te olvidas de
que la única llave, escalera, arma o lo que sea que precises para
salvar ese obstáculo también está dentro de ti, y se llama
voluntad.
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