domingo, 14 de septiembre de 2025

Normalicemos el uso de las palabras políticamente incorrectas

Mira, me vas a perdonar, pero usar las palabras «pene», «miembro», «sexo», «pubis» o incluso (horror de los horrores) «genitales» en una escena de sexo explícito es ridículo.

Lo haces porque la palabra «polla» es grosera y tal, pero debo insistir: En. Una. Escena. De. Sexo. Explícito. Siento vergüenza ajena, en serio.




Vaya por delante que desde hace cuatro años leo casi exclusivamente ficción gay (que, aunque no te lo creas, no se limitan a historias románticas chico-chico o novelas homoeróticas, porque dentro de la ficción gay hay de todo: romance, sí, mucho, juvenil, young adult, maduro, enemies to lovers, hugh comfort, a fuego lento, con diferencia de edad, con relaciones poliamorosas, o tóxicas, con sexo vainilla o gusto por el BDSM, o totalmente blancas, en fin, todo lo que puedes encontrar dentro del género romántico típico, esto es, con parejas heterosexuales; pero también hay fantasía, ciencia ficción, terror, thriller, histórica...) y por eso hago alusión a la palabra «polla», pero el comentario sirve para cualquier novela que contenga escenas de sexo explícito.

Pero a lo que iba.

Todo tiene su momento, incluso las palabras.

A propósito de mi comentario (en realidad, un post de Facebook que escribí en febrero, pero que por circunstancias que no vienen al caso no llegué a traer al blog, y que ahora que tengo tiempo recupero porque alguien tenía que decirlo) sobre el uso de ciertas palabras menos groseras para designar el órgano sexual masculino a la hora de describir el acto sexual en una novela erótica o romántica hot (o un thriller con escenas subiditas de tono, que no porque no exista una relación con final feliz vamos a dejar a los personajes a pan y agua), quiero hablar un poco sobre el uso de los sinónimos.

Primero de todo: todas las palabras cuentan, ¿vale? Todas son legítimas, todas están ahí para que las utilicemos. Y dependiendo de tu carácter, en una conversación fuera de una novela puedes preferir decir «pene» para no resultar grosero, o puedes decir «polla» porque es tu forma de hablar, igual que puedes ir a un bar y pedir una cerveza o una birra, o ir a una farmacia y pedir una caja de profilácticos o una de condones. Que viene a ser lo mismo, pero parece que lo primero es más políticamente correcto que lo segundo. Y a mí lo políticamente correcto me suda la polla, la verdad. Cada uno habla como quiere o como puede o como ha aprendido, lo que sea. Quien se escandalice al oír según qué palabras es que nunca se ha leído el diccionario de pe a pa.

Pero estamos hablando de literatura. Estamos hablando de narrar según qué tipo de escenas. Y hay escenas que requieren cierto lenguaje, el más crudo, porque el políticamente correcto está fuera de lugar y te corta el rollo, te saca de la escena.

En una escena de sexo explícito, las palabras «miembro», «sexo» y «pene» suenan ridículas. Que las usemos para no resultar repetitivos está bien, que sea vea que tenemos vocabulario y sabemos emplear sinónimos. Pero que las usemos para evitar llamar a las cosas por su nombre es hasta ofensivo. Las cosas se llaman como se llaman, y si suenan bonito o feo depende de la percepción de cada persona, o de su educación, o de su tolerancia, o de su puritanismo, o de su mente más o menos abierta, yo qué sé. La mierda no va a oler mejor por que la llames caca o heces, y un beso no va a ser más romántico por llamarlo ósculo, no sé si me explico.

Hay que normalizar el uso de las palabras que algunas personas dicen que son feas, por favor.

Luego está el tema del narrador. No es lo mismo un narrador omnisciente que cuenta la historia con un lenguaje más pulido que un narrador en primera persona que habla con su propia voz. Si el tipo en cuestión es un tanto repipi, puede que diga que va al excusado, si es recatado, o tímido, puede que diga que va al baño (cosa absurda, si lo piensas, porque el baño sugiere higiene personal, no alivio de la vejiga o de los intestinos, pero digamos que es una acortación del término «cuarto de baño», así que aceptamos barco), pero la gente de a pie dice que va al váter. Y no pasa nada, todo el mundo entiende la palabra, ¿no? Del mismo modo, un narrador del tipo estirado y finolis usará el término «felación», mientras que el otro, el que te habla de tú a tú y te cuenta su historia con pelos y señales, sin pudor y de forma explícita, usará la palabra «mamada».

Pongamos una escena en la que el protagonista está hablando con sus padres. Estos le recomiendan que no tenga sexo sin protección. O relaciones sexuales. Está bien. Son los padres, y bastante vergüenza estarán pasando con la conversación de marras como para ser más explícitos. Ahora pongamos que el protagonista está hablando con sus colegas, o con su hermano mayor. Lo que le dirán es que folle siempre con condón. En ningún caso los padres, el hermano mayor o los amigos van a utilizar el término «copular». Por favor. En. Ningún. Caso. Está tan fuera de lugar que te sacaría completamente del clímax. Sí, es un juego de palabras, pero me entiendes, ¿no?

No todo lo que leo contiene escenas de sexo explícitas, algunas pasan por alto el momento, o pasan por él de puntillas, o lo describen de forma metafórica, o se centran más en las sensaciones que en el acto en sí. Y está bien. Dependiendo del tono de la novela, el momento íntimo de los protagonistas requerirá una descripción u otra. No es obligatorio que haya una escena de cama descrita de forma explícita como en las pelis de los ochenta o los noventa (como ejemplo, Terminator, que era obvio que se iban a acostar, porque si no de qué forma iban a engendrar al futuro líder de la resistencia, pero tampoco era necesaria la escena, al menos para mi gusto). Pero si decides incluirla, descríbela usando las palabras correctas. Por favor.