Hace unos diez años, cuando las antologías estaban de moda y yo luchaba contra un bloqueo que creía literario (aunque no me faltaba inspiración, pero el pánico a enfrentarme a la página en blanco era muy real), me aferré a cualquier «excusa» que me ayudara a volver a escribir. Por casualidad, por suerte o por destino, en mi viaje a la Expocon de Zaragoza en 2013 conocí a un buen puñado de compañeros de letras, varios de los cuales me propusieron, meses más tarde y a lo largo de los cuatro años siguientes, participar en diversas antologías de relatos. Por aquel entonces, yo era «la niña que no sabía resumir», y enfrentarme a la narración breve suponía un reto tanto como enfrentarme a la página en blanco. Pero quién dijo miedo. Siempre me ha motivado un buen reto. Y lo hice, escribí una docena de relatos que se fueron publicando entre 2014 y 2017. Relatos que después reuní, junto con algunos inéditos, en una antología propia que titulé Laudaner (porque en Thèramon, ese mundo fantástico que existe en mi cabeza y que todavía sigue en fase de creación, un laudaner es un narrador de historias) y que está a la venta en Amazon (el enlace está en la columna derecha de esta página).
Tiempo después de haber entregado el último relato que se publicaría, empecé a escribir otro, uno que no llegué a terminar. Uno que me encantaba, por cierto. Pero por distintos motivos se quedó ahí, apenas esbozado. Había vuelto a la narración larga, había empezado un par de novelas, habían regresado mis dudas y la desmotivación y todo eso de lo que te he ido hablando y que por fin he dejado atrás.
Pero a lo que iba. Hace algo más de un año, no me preguntes cómo porque ya no me acuerdo, me encontré formando parte de un grupo privado de Facebook (¡y cómo había echado de menos eso, dioses!) que llevaba un tiempo trabajando en una antología sobre monstruos. Entré como correctora, con la posibilidad de participar con un relato. Y el caso es que tenía un relato (inconcluso, de acuerdo, pero si me sentaba y lo terminaba) que encajaba con la temática. Aunque, si me conoces ya imaginarás cuál era mi monstruo, resultaba improbable que lo aceptaran, porque ya había dos de la misma especie, o al menos parecidos. Vale, uno era una tarasca, y el otro se centraba más en el héroe que en el monstruo, pero hablaba de un dragón, sin duda. De todos modos, terminé mi relato, porque me encantaba y porque por fin había encontrado la motivación para hacerlo, aunque al final no fuese a ir a ninguna parte.
Así se lo dije a la coordinadora de la antología, Beatriz T. Sánchez, quien me dijo que se lo enviara de todas formas. Lo leyó, le gustó y decidió incluirlo. Y de este modo «Garras y colmillos» se convirtió en parte de En compañía de monstruos.
Buscarle un hogar a esta antología ha llevado su tiempo, pero la perseverancia y la paciencia siempre dan fruto, y por fin la hemos visto publicada bajo el sello de Suseya Ediciones.
No te voy a contar de qué va mi relato, tendrás que leerlo. Junto con los que lo acompañan. Y te recomiendo que lo hagas, porque son relatos muy buenos. Ya sabes que no participaría en un proyecto que no me convenciera y cuya calidad literaria no estuviera a mi altura (Modesto, baja, que sube Bea, jajaja). No, en serio, lo de la alta calidad literaria es cierto. Y en cuanto a originalidad, te puedo asegurar que todos ellos son fantásticos.
Te dejo aquí la portada y la sinopsis, para la cual también aporté mi granito de arena:

Monstruos que nacen del odio, del anhelo, de la necesidad, de la locura, de la desesperación, de la codicia; monstruos que surgen de las profundidades de mares inexplorados, de los abismos del tiempo, de las tinieblas que ahogan y corrompen el alma humana; monstruos creados en un laboratorio, invocados mediante ritos ancestrales, replicados virtualmente. Monstruos que atacan, ¿o se defienden? ¿Quién puede juzgar la naturaleza monstruosa de una criatura que lucha por su propia supervivencia?
¿Acaso tú, que acechas desde el otro lado de estas páginas, no llevas un monstruo en tu interior?
Puedes juzgarlos, puedes enfrentarte a ellos, puedes sucumbir frente a su maldad o maravillarte ante su poder. Quizá te identifiques con alguno de ellos. No importa el resultado, se trata de que disfrutes de este viaje en compañía de monstruos.
Publicado por Suseya Ediciones (enlace de compra aquí)
190 páginas, 15×21, tapa blanda. Precio 15 €
Relatos y autores:
La rosa de plata, por Ginés J. Vera
La semilla, por Nieves Guijarro Briones
Adminículo Transversal Redundante De Supercopia Añadida (T.A.R.A.S.C.A), por J. Javier Arnau Moreno
Las Hilanderas, por Xuan Folguera
La escama negra, por Francisco Torpeyvago
Y la luna me sonríe..., por Athman M. Charles
El abrazo de las llamas, por Laura Blanco Villalba
El mar de la intranquilidad, por Beatriz T. Sánchez
Garras y colmillos, por Bea Magaña
Los retoños de Pétrelar, por Esteban Dilo
Diario de la noche, por Milos de Azaola
Te dejo el enlace de compra en esta entrada, aunque también lo encontrarás en la columna derecha de la página, porque me gusta ver a todos mis «niños» publicados ahí juntitos.
Me ha gustado volver a compartir noticias literarias aquí. Ojalá pronto pueda traer más, aunque espero que la siguiente sea la publicación de otra novela. Por lo pronto, ya estoy trabajando en ello.
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