viernes, 10 de mayo de 2013

Rae, Plutón, Euro y 1984



Hace mucho, mucho tiempo, antes de que el mundo se moviera, como diría Rolando de Gilead, los niños mirábamos los mapas del cielo y contábamos nueve planetas. En España hablábamos un idioma que se llamaba castellano. Contábamos nuestros ahorros en pesetas, y sabíamos que con una peseta no ibas a ningún lado, pero con un millón podías comprarte un coche. Decíamos: hola, amigos, y nadie se sentía sexualmente discriminado. Y en el colegio nos enseñaban que algunas palabras átonas se acentuaban dependiendo del significado que tuvieran, para distinguirlas de la misma palabra inacentuada, que significaba otra cosa.

Esto ocurrió en una época muy antigua, más o menos cuando los dinosaurios caminaban por la Tierra y a las personas que no seguían las normas establecidas por aquéllos que mandaban las quemaban en hogueras acusadas de brujería. O ésa es la sensación que me da, que ha pasado muchísimo tiempo, porque la evolución no es cosa de un día, y por aquí todo parece haber evolucionado muchísimo. Tanto, que no sé si me he pasado los últimos cien años durmiendo o si estoy viviendo en el mundo distópico que Orwell recreó en su novela 1984.

Resulta que en la época actual los planetas de nuestro sistema solar son ocho, el idioma que se habla en España se llama español, nuestra moneda se llama euro y ya nadie puede presumir de escribir con total corrección porque lo que hasta hace nada era correcto hoy es todo lo contrario. Y da igual si lo que quieres decir es que no tienes compañía o que tal cosa es lo único que puedes hacer, has de utilizar la misma palabra para decir dos cosas diferentes.

Entiendo que la evolución es necesaria. Y creo que toda evolución requiere su tiempo. Soy una persona que se siente cómoda con lo que conoce y que no asume los cambios con facilidad. Soy de las que piensan que si algo funciona no hay motivos para cambiarlo. Pero los que mandan siempre tienen que estar cambiando las cosas, y al ciudadano de a pie no le toca otra que acatar y renovarse o convertirse en un paria.

Bien, pues acepto ciertos cambios, porque no me queda más remedio, y ahora pago con euros, aunque si pienso en cifras muy elevadas (como, por ejemplo, el precio de un piso) sigo contando en pesetas. Sé que no soy la única. Y digo que sí, que vale, que sólo hay ocho planetas, aunque nadie me va a hacer olvidarme de Plutón, me da igual a qué categoría lo hayan relegado. Y ya no utilizo los prefijos (auto, súper, semi, anti, ex...) unidos al nombre con un guión, sino que escribo palabras muy largas que empiezan con lo que antes era un prefijo y no uso los guiones a menos que esté escribiendo diálogos (y hablo de los guiones largos o rayas (—), que los de toda la vida (-) no valen, algo que no he sabido hasta que no he empezado a escribir al ordenador, porque a mano no tienes en cuenta el tamaño y porque en la máquina de escribir no había guiones de varios tipos); y uso las comillas españolas (« ») o la cursiva en lugar de las comillas de toda la vida (“ ”). Porque hay cambios que no matan, y a los que no me cuesta habituarme, dado que ahora utilizo un teclado en lugar de un bolígrafo.

Aunque sigo diciendo i griega en lugar de ye; y sigo pensando que castellano es lo que se habla en España y español lo que se habla en Sudamérica; y escribo whisky, tal como lo he visto escrito desde que era pequeña (cuando mi abuelo trabajaba en la fábrica del DYC) y como lo sigo leyendo en las etiquetas de las botellas, sí, las del whisky español por excelencia. Y sigo acentuando la palabra guión, porque así es como la pronuncio, y como tengo por costumbre. Porque hay costumbres que no pueden desaparecer de la noche a la mañana, por mucho que los que mandan se empeñen en modificar nuestros hábitos y nuestro instinto.

Es como ser zurdo y que te aten la mano izquierda a la espalda para que escribas con la diestra, como todo el mundo. Lo harás en clase, lo harás delante de la gente, pero cuando estés en casa, a solas, escribirás con la izquierda, porque tu cerebro dará esa orden sin contar contigo ni con los que mandan.

El protagonista de 1984 era una especie de funcionario que tenía un trabajo rutinario y tedioso. E inquietante, o así me lo pareció cuando leí el libro. Se dedicaba a reescribir la Historia, según le ordenaban, según les interesaba a los que mandaban. Así, la guerra que había mantenido su país con un país vecino durante años desaparecía de los libros de Historia y de los periódicos, porque en un momento dado no convenía que se recordara esa guerra, y se inventaba una guerra con otro país, y se incluía en los archivos, hubiera o no tenido lugar esa nueva guerra.

Cuando pienso en Plutón, me imagino que hay un tipo reescribiendo esa parte de la Historia de nuestro sistema solar. Pero ¿cuántos hay como yo, que siguen recordando al pequeño y lejano planeta? Si te piden que enumeres los planetas, así, en frío, sin pensar, ¿dirás los nombres de ocho planetas, o se te colará el de Plutón antes de darte cuenta de que, sin que aciertes a comprender el motivo, los que mandan lo han sacado de la lista?

Olvidar lo que tenemos bien grabado en el cerebro no es sencillo. La evolución no se consigue en un par de años.

Como te he dicho varias veces, yo escribo de forma casi automática. Las palabras se escriben solas, y se escriben como me enseñaron de pequeña, con sus acentos, aunque ahora los que mandan digan que ya no se han de poner. Creo que acabarán quemándome en la hoguera, por rebelde y por no acatar las nuevas normas. Pero es que esas normas todavía no han llegado a la mayoría, y muchos no saben si son reglas de verdad o sólo recomendaciones, creo que estamos todos un poco perdidos, claro, no tenemos un chip en el cerebro que actualice la información automáticamente, ni un aparatito que nos avise de cuándo la Rae hace un cambio, algunos nos enteramos por la prensa, por las redes sociales o porque de pronto leemos una novela recién publicada y notamos que está «llena de errores».

Y luego viene alguien y te dice que no, que la que lo está haciendo mal eres tú, y que no puedes criticar a otros escritores por no ser más cuidadosos con sus textos si tú eres la primera que va poniendo faltas de acentuación en tu blog. ¡Caramba!

Como te he dicho en más de una ocasión, le doy mucha importancia a escribir correctamente. Y como puedes ver en este texto, soy la primera que «comete faltas», ¿o no te has dado cuenta de que acentúo ciertas palabras que tú ya no acentúas? Ahora te digo que corrijo novelas de otros y seguro que te me lanzas a la yugular, ¡pues valiente correctora estás hecha, si eres incapaz de adaptarte a las nuevas normas impuestas por la Rae! Y te diré que sí, que tienes tus razones para criticarme. Y yo las mías para seguir haciendo las cosas como siempre las he hecho. La costumbre, amigo, la costumbre...

Te diré que, cuando corrijo las obras de otros, me adapto a lo que ellos han decidido; que no acentúan sólo y los pronombres, pues elimino todos los acentos que se les hayan escapado. Que sí los acentúan, pues pongo acentos donde faltan. Que a la hora de publicar su novela cada uno verá lo que hace la editorial con sus acentos. Por mi parte, en mis textos seguirás viéndolos. No lo hago por rebeldía, sino por costumbre. Critícame si quieres; mientras se permita esa práctica, si bien se recomiende escribir la frase de modo que no haya lugar a confusiones, yo seguiré escribiendo como he hecho toda la vida. Soy demasiado vieja para cambiar mis hábitos.

Si mañana una editorial decide apostar por una de mis obras, y el corrector de la editorial elimina los acentos que yo no he sido capaz de no poner, lo aceptaré sin protestar. Y dentro de unos años, quién sabe, puede que al fin la evolución me haya alcanzado y escriba como ordenan los que mandan. Pero la evolución no es cosa de un día. Supongo que eso lo entiendes. Quizás a ti también te sucede.

Quiero ser ejemplo de mis palabras. Insisto en que escribamos correctamente, en que aprendamos a puntuar, en que utilicemos bien este idioma tan rico que tenemos. Pero tampoco se trata de ponerse excesivamente tiquismiquis. Si escribes ballet, parquet, ticket, whisky, footing o parking, porque eres incapaz de leer balé, parqué, tique, güisqui, fútin o parquin sin que te entre la risa tonta o se te pongan los pelos de punta de puro espanto, ¿por qué poner el grito en el cielo si ves sólo, ése, ésta o aquéllos en un texto? Es mucho peor ver una coma detrás de un sujeto, cuatro puntos suspensivos en lugar de tres, expresiones como enjuagarse las lágrimas, errores como sobretodo (por sobre todo), sin fin (por sinfín), a penas (por apenas), enmedio (por en medio), sinó (por si no), tí (¡uf!), o la misma palabra repetida varias veces en un párrafo, evidenciando un importante desconocimiento de nuestro vocabulario y de la gran gama de sinónimos que nos ofrece nuestro idioma.

Hay cosas que son de manual; otras, que vamos aprendiendo con la práctica y la lectura; y otras, las menos importantes pero de las que más se habla últimamente, quizás porque son normas nuevas y hay que darles difusión y crear polémica, que todos adaptaremos a nuestra base de datos cerebral y que corregiremos con el tiempo (o cuando los que mandan decidan que no es sólo una recomendación, sino una verdadera norma).

Estoy muy agradecida a Raúl por su mensaje privado, por su crítica y por la conversación que mantuvimos ayer y lo que ésta me ha hecho reflexionar. No suelo recibir críticas, pero cuando alguien me señala un error le doy las gracias. Un apunte como el suyo me ayuda a corregir un error cometido por despiste, si bien no tiene el poder de formatearme el cerebro y hacerme olvidar cuarenta años de aprendizaje como si el tipo de 1984 los hubiera borrado de los archivos. Plutón ya no forma parte de la élite planetaria, pero no ha dejado de existir en el espacio, ni en nuestra memoria. No me lapides por ser incapaz de abandonar ciertos hábitos de la noche a la mañana.

13 comentarios:

  1. Uis, ¡qué va! Yo no te lapido. A mí también me ha costado acostumbrarme a esas nuevas normas y aún sigo escribiendo algunas cosas como antaño.
    :)

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  2. ¡Jolines, qué rápido has sido! (jajaja)
    Espero que sigamos esa conversación, me hiciste reflexionar sobre muchas cosas, y de nuevo te doy las gracias.
    8)

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  3. Yo aún no me acostumbró a los nuevos cambios de la RAE además que hay poca difusión y seguro que aún hay cambios que ni los conozco. Tengo que aprenderlos que seguro que en mis relatos estoy cometiendo errores que desconozco que lo son. A todos nos cuesta adaptarnos a los cambios, es difícil cuando estamos acostumbrados a algo. Creo que es innerente al ser humano. Saludos compañera de mundos.

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  4. Gran reflexión sobre los dogmas y la costumbre. Aun así me queda una duda (estupida): ¿de verdad que no se escribe "enmedio"? Llevo toda una vida escribiendolo asi y como bien te imaginas me fastidiaría sobremanera tener que rectificar.

    Yo me reconozco un poco bastante zoquete con la acentuación. Es una cuestión de pereza, supongo. Muchas veces sé perfectamente donde van pero me cuesta taaaanto usar el dedo meñique de la mano derecha para darle a la tecla... Aunque para mi juicio es lo menos malo que se ve por ahi. Hay cada patada al diccionario que cuando las ves notas perfectamente como te sale una nueva cana y te entran unas ansias homicidas de sacarte los ojos para no volver a enfrentarte con semejantes aberraciones gramaticales.



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  5. Yo jamás me pienso acostumbrar a las tonterías de la RAE...a mí me perdieron cuando dijeron que se eliminaba la grafía ps (sicólogo...¿en serio?) y llamaban ye a la i griega. Evidentemente hay cambios necesarios, pero estos cambios lo único que hacen es convertir el castellano en una lengua cada vez más simple, una lengua para tontos porque hemos eliminado las duplicidades para que resulte más fácil de entender. Y luego, que es casi peor, la complican añadiendo palabros (porque otro nombre no tienen) para eliminar los anglicismos a los que todo el mundo está habituado y, creo, son los que menos problemas causan (güisqui????? fútin???). Está claro que a alguien se le ha ido la cabeza en esa academia.
    En fin, yo no lo entiendo y me parece que lo único que consiguen es complicar la vida de los que si teníamos la gramática más o menos aprendida. Yo soy de las que olvidan acentos (sé que se acentúan, pero con la prisa suelo dejármelos en el camino) y alguien me avisa de un fallo en mi escritura, primero me pondré roja como un tomate, luego maldeciré mis descuidos y después corregiré la barbaridad que haya podido poner. Pero si alguien me dice que he escrito mal psicólogo y que le sobra la p...me le lanzo a la yugular, hombre.
    Muy buen post, Bea, y muy buena reflexión. Adáptate a lo que puedas, pero no creas que te tienes que adaptar a todo. La lengua es del hablante, de todos los hablantes, no de unos pocos que dictan normas, esos están para asegurar la pervivencia de la lengua y defenderla de intrusismos, pero a veces se les va la mano.

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  6. Me voy a convertir en una acosadora, Bea. Te sigo por todos lados, pero es que me encantan tus entradas!!! Sobre la de hoy tengo mis motivos y no opinar. Entiendo que es un tema sensible, así que notaré solamente el estilo de la narración y puedo decir que me divertí un rato.

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  7. Hay gente que con el corrector del Word va haciendo sus pinitos. Pero si éste, en una de sus actualizaciones acepta "asín" porque aparece en el nuevo listado como vulgarismo, será para morirse un rato.

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  8. Completamente de acuerdo en todo lo que has escrito sobrina, aunque yo por vagancia, solo acentuo las palabras acabadas en on ( el dedito meñique, funciona cuando quiere) y digan lo que digan para mi siempre habra 9 planetas , porque ademas, el planeta que han quitado es regente y no le permito a nadie que me lo quite. Un besazo

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  9. Ay, se me ha olvidado poner un "mi" delante de regente , que despiste tengo por dios , porque eso que usa la gente de XD no me gusta nada, pero nada de nada

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  10. Jo, ya empezamos que no me deja escribir , me cachis en la mar salada, despues de toda una parrafada, no me la ha publicado, se me olvido poner un "mi" delante de regente y sin ese mi la frase no tiene sentido, que despiste tiene tu tia

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  11. Yo sí soy rebelde y no creo en el "menos es más". Sigo pensando que es más sensato poner la tilde a "sólo" que estar pensando si es un caso de ambigüedad. Por ejemplo.

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  12. Varias cosas. En primer lugar, no es el rebelde el que se "apoltrona" en sus "costumbres" (no me dispares aún, Bea, déjame vivir un poco más), en realidad eso es un reaccionario, y si me apuras, retrógrado. En segundo lugar, y mira que me irrita esto, la palabra solo NO SE ACENTUABA tampoco antes, salvo en casos muy, muy, muy, muy (¿he dicho ya "muy"?) concretos. Estoy cansada de oír eso de que "solo" se acentuaba cuando era adverbio ¡FALSO!, únicamente se acentuaba en caso de que pudiera dar lugar a error (o sea, casi nunca). Sin embargo, esa norma tan compleja daba lugar a que todo el mundo pusiese la tilde siempre que era adverbio, lo cual era un error. Las normas deben ser minimalistas, buscar el menor esfuerzo para una mayor corrección. Eso siempre que la lengua esté viva. Los que os negáis a aceptar que las lenguas cambien os negáis a aceptar que están vivas y para eso ya tenéis el latín, ese no cambia, te lo aseguro. Y por último: si un planeta es una avestruz con dos patas, pero como ahora tengo un telescopio mucho más grande veo que, además, tiene los ojos azules, todas las avestruces con ojos marrones dejarán de ser planetas. Eso es el progreso, el avance científico y no una cuestión de "quiero quedarme como estoy". Y que conste que estoy sonriendo todo el rato. Besos.

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