Que siempre llego tarde
es un hecho. Ya sabes que nací el último día del año. Lo llevo
incluido en el lote, junto con esas dudas idiotas que me impiden
ponerme a escribir y ese altruismo insano que me impulsa a ofrecer mi
ayuda incluso antes de que me la pidan, motivo por el cual me cuesta
tanto encontrar un momento para dedicarle a mi propio trabajo,
incluyendo las actualizaciones del blog.
Pero estoy organizando
mis prioridades, y he aquí el resultado: con tres meses de retraso,
sí, pero cumplo mi promesa. Aquí va mi nueva No-Crónica. La de la
doble presentación.
Ciudad: Barcelona. Fecha:
sábado 4 de octubre de 2014. Lugar: Librería Black Mask-Consumición
Obligatoria/ Librería Gigamesh. Evento: Presentación de la
antología ¡Zombifícalo!
En esta ocasión, y por
eso de que toda regla tiene una excepción, fui la primera en llegar
al lugar de la cita. Era temprano, no había ni rastro de los
compañeros de antología, así que dejamos a los comerciantes
montando sus carpas y sus mesas (había una especie de feria o algo,
porque cada uno iba preparando sus stands para después sacar sus
productos a la calle) y nos fuimos a desayunar para hacer tiempo. Ana
y yo nos sentamos en una plaza cercana a la librería y nos
entretuvimos observando los preparativos de lo que fuera que tendría
lugar más tarde, hasta que vi aparecer a los dos culpables de mi
presencia en aquel lugar: Carlos Rodón y Laura López,
el alma de Dissident Tales, a los que abordé cual fan
enfebrecida, lanzándome al cuello de ambos con mi abrazo especial
preparado, como si les conociera de toda la vida. Y es que después
de tantos meses de trabajo en equipo, de risas y de buen rollo en ese
mundo virtual y real al mismo tiempo que es Facebook, era como si de
verdad nos conociéramos de siempre, y cuando me dominan la alegría
y el entusiasmo se me olvidan las reglas de cortesía y me salen
antes los abrazos que un seco hola y los dos besos de rigor que la
gente da por costumbre, que ni son besos ni son nada ni trasmiten
afecto alguno, motivo por el cual yo nunca los doy. Un abrazo marca
la diferencia entre conocidos y amigos. Y a ellos dos se lo estaba
guardando desde hacía tiempo.
Terminamos el café y nos
dirigimos hacia la librería. Por el camino fuimos encontrándonos
con los compañeros más madrugadores: David Arrabal y Miguel Chamizo. Saludos, abrazos, selfies para
el recuerdo, y por más que buscaba dentro de mí la timidez y los
nervios que siempre me han caracterizado, no los encontré.
Definitivamente, ya no era la misma Bea que había viajado a Zaragoza
un año atrás. Me estaba curando. El miedo estaba desapareciendo al
mismo tiempo que el bloqueo. ¡Y eso era una buena señal!
Ya en la librería,
mientras curioseaba en la planta baja, aparecieron los demás: Pepa Mayo, Emilio J. Bernal y Montiel de Arnáiz. La
calle se iba llenando de curiosos y de amigos que habían venido a
acompañarnos y apoyarnos. Hablé con unos y con otros (conversación
muy interesante con Montiel, que en esos momentos
se encargaba de la coordinación de Vampiralia) y en un
momento de descuido desaparecí escaleras arriba, donde estaban los
libros de Black Mask (librería que se vio obligada a cerrar sus
puertas por culpa de la jodida crisis y a quien Consumició
Obligatoria-Llibres de segona mà cedió un hueco en su local, porque
a pesar de la jodida crisis hay gente buena que ayuda y que comparte,
¡ole por ellos!), y aproveché para hacer una foto desde el balcón.
Se acercaba el momento.
Pero antes de ocupar
nuestro lugar en la mesa que nos habían preparado, había otro
abrazo que llevaba semanas queriendo dar. Reunirme con mi mellizo
fue, sin duda, lo mejor de ese día.
Y empezó la
presentación. Antonio Sánchez Vázquez ofició de maestro de
ceremonias, algo que ya se ha convertido en una costumbre, para
delicia de autores y de público, y nos presentó a todos entre
risas, porque tiene tanto talento para ganarse al público y hacernos
reír a todos como para contar historias que sorprenden y llegan al
corazón del lector (y esto no te lo digo porque sea mi mellizo y
porque le quiera muchísimo, que le adoro, sino porque he leído sus
novelas y muchos de sus relatos con los rotus en la mano y no ha
habido ocasión en la que no me haya maravillado y dejado con la boca
abierta). Tras su intervención, fuimos hablando los demás,
explicando un poco cómo nos habían engañado para participar en esa
antología y por qué habíamos elegido a nuestros personajes para
zombificarlos.
Después, firmamos
libros. Muchos.
Y nos hicimos la foto familiar.
Pero el día no había
terminado. Quedaba la presentación en Gigamesh.
Debería ponerte aquí el
vídeo de la presentación, pero soy incapaz de encontrar el enlace
(es lo que tiene no hacer las cosas en su momento, cuestión que me
he propuesto remediar el próximo año, pero de mis propósitos y mis
decisiones te hablaré en la próxima entrada, que tampoco me gusta
mezclar temas si puedo evitarlo). Así que me voy a conformar con una
breve sesión de fotos.
Como ves, la sala estuvo
llena, y las sonrisas que tenemos todos te darán una idea de lo bien
que lo pasamos. Hablamos por segunda vez sobre nuestros relatos, en
esta ocasión para un público nuevo, firmamos más ejemplares y nos
reencontramos con viejos amigos. Mi abrazo para Jorge Herrero y para
Julia Ortega, que siempre están ahí, con su cariño y su apoyo. Y
mi agradecimiento para la gente de Gigamesh, que se portaron tan bien
con nosotros como cuando estuvimos presentando Family Nightmares
en junio. Estoy deseando volver de visita. A ver si el año que viene
tengo la oportunidad de regresar. ;)
Muy buena. Me ha hecho recordar una tarde estupenda. Gracias por la mención. Espero que 2015 nos reserve momentos como los de este año.
ResponderEliminarSiempre a tu lado.
Crónica interesante. Feliz cumpleaños por adelantado :) y mejor tarde que nunca, el disfrute siempre llega en el momento justo. Besos,
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